martes, 14 de octubre de 2008

En vivo desde el revistero...

Entender algunas cuestiones económicas, o más bien entender la economía, a secas directamente, desde lo más básico, siempre me resultó algo así como un acertijo sumamente complejo. Suele sucederme que justo cuando yo creo haber entendido algún fenómeno de índole económica, aparece esa extraña sensación de que solo entendí una muy muy pequeña parte de la cuestión, y que hay otra parte, la más grande, la verdaderamente importante, la fundamental, que siempre acaba por salirse del alcance (evidentemente limitado) de esa porción de mi cerebro y mi comprensión. El corto alcance de mis ideas al respecto, no llega al punto de incapacitarme a niveles tales como para no poder calcular un vuelto del supermercado, pero debo reconocer que no me permite comprender fenómenos como por ejemplo, “La desaceleración económica mundial” o “La influencia del jabón en polvo baja espuma en el proceso de formación del precio del poroto sojero”. Es más, no puedo creer que alguien en el mundo sea capaz de entender tales cuestiones, pero me consta que hay quienes son capaces no solo de comprenderlas, sino incluso de explicarlas. Mi amigo “Samy B.” es uno de ellos. Además de ser quien suele explicarme las cuestiones económicas mundiales importantes, es también el culpable del poco o nulo incentivo para el desarrollo de mi acotadísima comprensión de tales temas. Después de todo, teniendo un amigo así, más vale esperar a verlo y que te explique, antes que intentar comprender por uno mismo. De hecho, si yo tuviera que poner a “Samy” en el lugar de un libro, debo reconocer que diría que es algo así como el “¿Cómo llegan los bebés al mundo?” o el “Algo está cambiando en mi cuerpo” pero de las cuestiones económicas.
Por ejemplo, hace un par de días estaba con Lu tomando un café en un bar y se nos ocurrió hojear durante un rato, las revistas que ofrecía el lugar. Fuimos hasta el revistero y sacamos dos revistas. Luego de pasar un par de hojas de una de ellas, me encuentro con una nota que hablaba del crecimiento de nuestro país. Decía por ahí que la Argentina había crecido cerca del 7,2% con respecto al mismo período, pero del año anterior, y que con este ritmo de crecimiento sostenido, la Argentina alcanzaría no se que cosa, y que crecer a teles niveles, provocaban no se que otra, y que pocos países en los últimos años habían logrado tales tazas de crecimiento. En fin, solo una cosa tenía clara de aquella nota. La Argentina había crecido.
¿Qué quiere decir eso? Simple. Hay dos posibilidades explicatorias para esta cuestión al alcance de mi modestísima comprensión. O bien, significa que los que siempre ganan en nuestro país, van a ganar esta vez un 7,2% más que la última vez, o bien hace referencia a que la argentina realmente está creciendo. Es decir, que a este ritmo, para el comienzo de la temporada de verano 2009, nuestro país va ser como 187 km más largo que ahora, y que para entonces, por ejemplo en “La Bristol”, va a haber mucho más lugar disponible para la vieja y gloriosa sombrilla floreada familiar. (Sí. Esa que se divide en dos partes y que pesa como 500kg, y que hace que a la hora de volver de la playa, elijas llevar el termo, el kit de mate, las ojotas, la pelota y la heladerita, antes que ser el encargado de la sombrilla) . Es entonces cuando dudo de que alguna de las dos explicaciones que se me ocurren sea posible, y espero a hablar con “Samy”, y le pregunto directamente a él, esperando encontrar alguna respuesta un tanto más compleja, abarcadora, pero sobre todo, real, para el tema en cuestión. Porque si no lo hago, me quedo con la idea ridícula, alocada, inverosimil y sin asidero , de que todo esto, no es más que una gran timba, en la que sin dudas, alguien se está carteando.
Ahora bien, del mismo revistero de donde había salido la revista que tenía la nota en cuestión, salió también una revista Cosmopolitan de los últimos meses. En esta, había una suerte de “test” que explicaba a las mujeres, cómo debían analizar al hombre que les interesaba como posible pareja. Lo que dicho “test” sugería a las mujeres, era que observaran como se comportaban los hombres en cuestión, a la hora de elegir un auto para comprar. Por medio de analogías trazadas con el más verdaderamente estúpido de los lápices, lo que afirmaba la nota era lo siguiente:
¿Qué mira ese hombre a la hora de comprar un auto nuevo? Lo sugerido era que, si a la hora de adquirir un nuevo vehículo, el hombre mira primero las llantas y la pintura, “seguramente es un hombre al que le importa demasiado tu aspecto y no dudará en cambiarte a la primera oportunidad, por un modelo más moderno,... así que ojo chicas, a no engancharnos demasiado…”. Otra opción era que, si lo primero que ese hombre evaluaba, era cómo se siente el auto al manejarlo, es porque “es un hombre que vive el presente, la aventura, el ahora, y que de seguro, basa sus acciones en el instinto… ¿muy básico para nosotras, chicas? ” Una tercera opción, afirmaba que si ese hombre se fijaba primero en el kilometraje, era cantado que “es un hombre al que le importará demasiado tu pasado, así que chicas, cuidado con nombrar a nuestros ex en la primera cita…” Bien, multiplicando por diez este tipo de premisas, se obtiene una idea bastante acertada de lo que era este pseudo-test que venía con la proto-revista en cuestión, al cual a mi juicio, le faltaba una undécima opción casi obligatoria. Pues al menos como muestra de fidelidad y de compromiso con sus lectoras, la nota debería advertir que si ese hombre llega a levantar el capot del auto antes que cualquier otra cosa, pues chicas, “Estemos preparadas , en cuanto vean nuestras cosmocabezotas huecas, como mínimo, se nos caga de risa en la cara...”.
Debo reconocer que quien estaba leyendo ese “test”, y sometiéndome a mi a escucharlo, era Lu. La mujer a la que amo. La mujer con la cual voy a casarme pronto, y con la cual compartimos casi todos nuestros días. Ahora bien, siendo que ella me lo estaba leyendo, creo que cabe aclarar que una entre tantas otras razones por las cuales elijo a esta mujer para compartir todos mis días, es porque cuando me muestra este tipo de cosas en las revistas, empieza siempre diciendo:
-Increible!!!... Mirá mi amor. Mirá lo pelotuda que es esta revista…-