sábado, 18 de octubre de 2008

No flaco… no es una cuestión Personal ¿O si?

Justo cuando pienso que puedo afirmar algo sin ningún temor a equivocarme, justo cuando estoy a punto de afirmar que he terminado de comprender algo, la filosofía vuelve a pasarme por encima con toda la fuerza del “solo sé que no sé nada”.
Hasta hace no más de dos semanas, hubiera dicho que no había ni nada ni nadie en este planeta, más pelotudo que la maquinita telefónica de la línea 110 de Telecom, y no solo lo hubiera dicho, sino que hubiera empezado diciendo “cómo que me llamo Damián, que no hay…”. Bueno, me equivoqué.
Ocurre que hace algunas semanas, se llevó a cabo en nuestro país, una de las competencias más intelectualmente intensas y excitantes de las que haya tenido noticia últimamente. En un enfrentamiento feroz, en el que ninguno de los finalistas estuvo dispuesto a ceder ni la más mínima de las ventajas, tuvo lugar (en una locación cuya ubicación no me está permitido revelar), el undécimo Torneo Mundial de TA-TE-Ti.
Luego de largas horas de ajustadísimos partidos que finalizaban inevitablemente en tablas, y en presencia de un numeroso público enardecido de emoción, el cansancio hizo lo suyo, el agotamiento mental dijo “presente” y finalmente la tabla de posiciones fue definitiva. Dejando detrás de sí un esfuerzo sin precedentes, “Federico C.” era derrotado en la partida final, por una Licuadora Electrónica (japonesa) de última generación, obteniendo así un meritorio y merecido segundo puesto, quedando justo por delante de un Pelapapas Eléctrico (Made in Taiwán) que cerca estuvo también de la codiciada medalla plateada, pero debió finalmente conformarse con el bronce.
¿Qué tiene todo esto que ver con nada? Pues la medalla del orgullo, la medalla plateada que a fuerza de años de preparación “Federico C.” había sabido obtener, no vendría sola.
La cuestión es que después de tres días de haber dado de baja la línea de mi anterior teléfono celular, decidí que era hora de cosechar los frutos de mi acción. Estimé que tres días de ausencia de mi parte, habrían sido suficiente castigo para las compañías de telefonía celular, quienes estaba seguro, habían para entonces notado la baja de sus recaudaciones mensuales en $35, debido a la cancelación de MI plan, y como consecuencia de ello, habrían para entonces, tomado medidas para evitar la posible fuga masiva de inversores y accionistas que dicha baja en la facturación podría ocasionar. Así fue, que orgulloso de mi contribución revolucionaria al mundo moderno, me dirigí a lo que para entonces imaginaba que serían las oficinas semi en ruinas y en plena crisis, de Telecom Personal. Una vez allí, empujé la puerta y atravesé la entrada con mi mejor sonrisa de triunfo vengador y mi mejor cara de “si si… soy yo… ese mismo, el que puso a esta mega-empresa en Jaque”. Mientras recorría con la mirada las oficinas de la empresa, lo noté con claridad. Podía notarlo en la cara de cada uno de los empleados que veía. Tanto mi presencia en el lugar, como mi anterior accionar revolucionario, les había importado francamente tres pepinos.
Después de esperar una media hora en el lugar, uno de los representantes de ventas de la empresa se me acercó y comenzó a atenderme amablemente. Le expliqué lo que quería, y a todo todo todo lo que le dije, me respondió con un “si claro, sin ningún problema”. La cosa iba viento en popa. Solo tenía que irme a casa y esperar a que la línea estuviera habilitada. En otras palabras, a lo sumo debería dejar que pasaran 24 horas, y mi nuevo teléfono estaría funcionando a la perfección.
Las 24 horas se transformaron en 48, y las 48 en 72, y las 72 en el límite de mi paciencia. Después de muchos intentos, logre comunicarme a través de un 0800 con Telecom Personal. Allí, además de corroborar que gracias a que quien me había vendido la línea, había tomado mal mi número de DNI, y que por lo tanto yo “no existía”, me explicaron que en realidad lo único que podía hacer para activar mi línea y poder comenzar a utilizarla, era llamar repetidas veces, durante todo el día, al *150 y al *151, hasta que la suerte estuviera de mi lado (JA!! De mi lado), y alguna antena registrara mi solicitud. En ese momento me di cuenta de que, cuando la antena lo decidiera, yo iba finalmente a “pertenecer”, al menos como cliente, a una compañía edificada sobre altísimos estándares de servicio al cliente, y sofisticados y modernos sistemas digitales que nos facilitan a nosotros, los usuarios, la vida en general. No podía en ese momento evitar reírme, por ejemplo, de las empresas, las estúpidas empresas de emergencias médicas. JA!!! Que idiotas. “Invierten” en atención telefónica para sus asociados cuando si tan solo siguieran el ejemplo de Telecom Personal, podrían pedirles a sus socios que simplemente, ante una emergencia médica cualquiera, saquen sus cabezas por la ventana, o salgan al balcón de sus hogares, al grito de “AUXILIOOOO”, seguido claro, del número de socio correspondiente.
En fin, luego de mil doscientas quince llamadas a ambos asteriscos, de tres horas de ir y venir de una a otra oficina comercial de Personal, y de recorrer mentalmente, y en dos idiomas, toda la lista de insultos y agravios que conozco, volví al lugar donde había comprado el servicio. Allí estaba él. El joven que me había atendido inicialmente unos días atrás (unos CINCO días atrás!!!).
-Hola flaco. ¿Te acordás de mi?- Empecé diciendo. Y media hora después terminaba de “gritarle” (aunque muy educadamente) mi reclamo. En lo que fue mi primera pausa vocal, el joven intentó explicarme lo inexplicable de su idiotez y de su falta absoluta de interés, y fue entonces que la vi. Allí estaba. Justo sobre su escritorio. Rodeada de una cinta roja y azul, se encontraba la medalla plateada del undécimo Torneo Mundial de Ta-Te-Ti.
-Cualquier cosa, si está vez no te funciona, venís y preguntás por mí ¿Está bien?- Me dijo el muchacho – Igual acá te anoto mi nombre ¿Sabés? Yo me llamo “Federico C.”-
Fuentes confidenciales me revelarían más tarde lo que por entonces yo desconocía pero comenzaba a sospechar. Al parecer, en el ya mencionado y prestigioso torneo de Ta-Te-Ti, La licuadora japonesa había arrebatado de manos de “Federico C.” el primer premio, dejándolo con el para nada despreciable segundo premio: una vacante para el puesto de atención al público y ventas, en Telecom Personal (Fuerte el aplauso para Fede!!!!).
Así que ahí estaba yo, siendo atendido por el más grande talento que nuestro país supo dar en materia de Ta-Te-Ti.Finalmente conseguí lo que quería. Un plan de telefonía con el que pueda hablar sin límites, al que no tenga que ponerle crédito por medio de una tarjeta prepaga, con factura y listo. Hablar gratis con mi novia y poder enviar mensajes. Aunque bueno, a decir verdad, algunas cosas las tuve que ceder, porque el plan finalmente es con tarjeta prepaga… y de gratis tiene poco, pero por lo menos el teléfono que me dieron… bueno no, en realidad no me lo dieron, lo tuve que pagar, y ni siquiera está bueno, pero ahora, ahora pueden llamarme cuando quieran, y además, y esto me tiene re contento, en la parte de juegos, trae el TATETI 2.0!!! ¿Qué más puedo pedir?