domingo, 9 de noviembre de 2008

El Bobero se quedó sin laburo!!!!

No creo que haya en el mundo aparatito que haya avanzado más velozmente que los teléfonos celulares. Aún recuerdo cuando me sentía a la vanguardia de la tecnología porque tenía un teléfono celular con cuatro, si leíste bien, CUATRO líneas de texto. La de arriba de todo, la ocupaba el indicador de batería y de señal. La de debajo de todo, la ocupaban las opciones “menú” y “agenda”. Resultado: quedaban DOS líneas de texto disponibles. A partir de entonces, la explosión de información. No solo el número de quien llamaba aparecía en la pantalla. Ahora también aparecía un dibujito de un telefonito que “se movía” (Para que los idiotas que recién nos acercábamos a las últimas novedades tecnológicas, entendiéramos el concepto “tu teléfono está sonando justo AHORA…”). También recuerdo que todos los teléfonos, incluían la opción Mensaje de texto”, y que todos sabíamos que se rumoreaba que en los países tecnológicamente más avanzados eran un hecho. Era una opción que concretamente se podía utilizar. Por entonces, en nuestro país solo era una opción en los celulares más avanzados, pero totalmente carente de utilidad. En aquellos días, incluso las mentes más brillantes del CONICET abocaban sus esfuerzos más profundos a desentrañar el famoso misterio de “las letritas en los botoncitos del teléfono”. Solo unos seis o siete años más tarde, henos aquí, comunicándonos como primates inferiores a través de frases como “KC. PQ no me llamasT.?”, y haciendo abuso de la excusa de no haber recibido el mensaje en cuestión, para evitar todo un abanico de compromisos para nada convenientes.
Pero los avances por supuesto no terminan ahí. De hecho, y aunque todavía no accedí al contacto directo, a la comprobación empírica, he conseguido darme cuenta de que Lu tiene un teléfono con uno de los últimos avances que la tecnología puso al alcance de la mano de nosotros los “usuarios de telefonía celular”. Me refiero al novedoso DABRDEN 2.0 o mejor conocido como “detector de adornitos y boludeces que fueron regalos de despreciables ex novias de tu futuro marido”. Cuando en el transcurso de un mes Lu rompió tres platos, dos copas de cristal, un porta sahumerios y dos floreros, todos regalos de una ex novia, pensé que era pura casualidad. Pero ayer, parece que el DABRDEN le indicó, con alguna lucecita láser, o por medio de algún tipo de sonidito que yo no alcancé a distinguir, la ubicación de su nuevo y creo que ya último enemigo. Pues justo cuando le pedí que me alcanzara un diente de ajo, se las ingenió por estrellar contra el piso de la cocina, y haciendo que luzca como un accidente, una docena de recipientes de vidrio para condimentos, de esos que vienen con un pié metálico que hace muy pero muy difícil que se caigan. Pero ni lo difícil, ni lo muy difícil resulta imposible para Lu y su novedoso aparatito. Así es que a partir de ayer, la comida casera va a tener siempre el mismo gusto en nuestra casa. Comino, caldo desgrasado y pimentón.
Ahora bien. El DABRDEN 2.0 probó sin lugar a dudas, al menos en el caso de Lu, tener excelentes resultados. El paso que sigue, entonces es obvio. Lo próximo en materia de novedades es el DPP 2.0, o el mejor conocido como “detector de pelotudos públicos”. Cabe destacar que la utilidad e importancia del DPP 2.0, radica en que los pelotudos privados, son problemas de cada uno (cada quien elije el/la pelotudo/a que mejor le quede). De hecho hasta considero notablemente conveniente la existencia del sistema de reparto de pelotudos privados, entre otras razones porque me parece totalmente positivo que este sistema tenga la movilidad que tiene. Por ejemplo, yo puedo elegir al pelotudo que quiera para ser parte de mi vida privada, al mismo tiempo que ser el pelotudo número uno en la vida de alguien mas, y convengamos que no muchos sistemas aportan tal libertad de movimientos a sus partícipes. Pero con los pelotudos públicos, es absolutamente diferente. Los pelotudos públicos, ya pasan a ser un problema de todos, sin excepción alguna, de modo tal que el DPP 2.0 ser perfila ya, como el invento del siglo XXI que le dará el próximo Premio Nóbel a su inventor. El único problema que al parecer existe con los primeros celulares que han incorporado el DPP 2.0 entre sus funciones básicas, está relacionado con la regulación del voltaje de dicho aparatito detector. Pues según sabemos, uno de los más altos dirigentes de la compañía desarrolladora del “cosito” en cuestión, sufrió quemaduras leves en su muslo derecho, cuando su teléfono celular, después de hacer sonar repetidamente la alarma del DPP, explotó violentamente en su bolsillo, al pasar junto al encargado de hacer y colocar los carteles que indican el nombre y la altura de la Avenida Leandro N. Alem. Al ser consultado al respecto, el muchacho declaró ser el pelotudo que hizo y colocó los carteles de manera tal que, en una esquina, los mismos indican que la numeración de dicha avenida sube en dirección Norte-Sur, y en la esquina siguiente, indican justo lo contrario, causando desastres que oscilaron entre casos pelotudamente drásticos, como el de los 3 muchachos norteamericanos que pasaron 17 horas caminando de una esquina a la otra, mientras repitiendo frases como “no no… wrong way Johny, wrong way…” intentaban salir de la encrucijada digna del “sudoku” que planteaban los carteles en dicha calle, hasta el caso del pelotudo que recorrió en su moto como cinco cuadras en el sentido incorrecto hasta que, resolvió el acertijo gritando desde dentro de su casco “Lu… ¿te fijas si vamos bien?, porque creo que el pelotudo que puso el cartel de la esquina lo puso al revés…”.