miércoles, 24 de septiembre de 2008

A todos nos pasó alguna vez… (¿O solo a mi?)

Justo al horario convenido atravesás la puerta de entrada. Llegó el famoso primer día. Planchás con las manos la camisa que compraste a costa de sub-alimentar a tu gato(a), y de reojo, das una miradita al nido de carancho que llevás en la cabeza. – Es la onda –. Pensás intentando tranquilizarte.
Con la frente en alto, entrás inflando el pecho – Ojota que llegó el ENCARGADO – Pensás orgulloso de vos mismo…(Si te viera…alguien?!!!). Extrañamente nadie te da ni cinco. Tu saludo se pierde en el aire enrarecido del lujoso restaurante del que vas a hacerte cargo a fuerza de tu entrañable experiencia.
- Ah.. que bueno que llegaste. Hay que subir unos vinos de la bodega y hay que poner repuesto de las toallitas sanitarias. Sabés? En los dos baños. Gracias. - Así, con ese latigazo de lengua te recibe, sonrisa en boca, la veinteañera que a fuerza de una anorexia galopante y unos pechos carísimos parece haberse quedado con el puesto que hasta ayer, se prometía tuyo.
De esta forma empieza tu nuevo primer día. Subís la escalera a razón de una puteada por escalón. Cambiás las toallitas sanitarias con una paciencia que no sabías tuya, y no te sorprende en absoluto, que la llave del dispenser del baño de damas, caiga justo dentro del tacho de residuos. Así que ésa, es la imagen que te devuelve el espejo de tu recién estrenado trabajo: Un tipo con una camisa que no puede pagar, revolviendo con asco el tacho de basura. Después de unos minutos, das con la llave y perdés la autoestima en un mismo acto. Nuevamente abajo, adoptás la posición muñeco de torta (que según te contaron, se exige en el lugar) y así esperás, doctorándote en granadería, la nueva orden de la chica 90-60-90.
- ¿Es el mundo o soy yo? – Pensás inmóvil junto a la modelo, que exige a cada instante, que vos hagas su trabajo, dejando claro que ella no tiene idea de cómo hacerlo. Repasas en tu cabeza los pasos que te trajeron hasta acá, y una nueva pregunta se te aparece claramente - ¿Soy algo más que un engranaje en todo esto? ¿Hay salida, o solo mejores y peores momentos, pero siempre adentro? – Tu jefe, que por cierto ni te registra, parece haber encontrado la salida, pero lamentablemente, cerró la puerta tras de sí. Y así es como te viene la idea, por mera imitación. Sin que medie palabra, tomás tu camperita, tu bolsito y un poco de la autoestima que había quedado en el suelo, y en un silencio que te ahorra mil insultos, salís de ahí, cerrando la puerta detrás tuyo, y con una última pregunta en la cabeza. - ¿Existirá la puerta correcta?...

3 comentarios:

Disturbed dijo...

JÁ!
Tremendo! me encontré en tu situación mas veces de las que quisiera recordar. Quizá el hecho de que te mandonee una 60-90-60 apacigüe las cosas.. no sé.
Pero definitivamente es mejor que un panzón bigotudo, já!
Saludos

Dami dijo...

No estoy seguro. Yo te puedo asegurar que me sentí como un Susano!!!

Unknown dijo...

Cuando me pasó yo era 60, 90, 60 ahora que mis años y medidas crecieron me paro en otro lugar, La Nerdy